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Iluminación para cultivo de marihuana
La especialización de la luz artificial ha sido el hecho de mayor relevancia para el desarrollo del cultivo de interior. La iluminación empleada será el factor determinante para delimitar el área útil cultivable y el rendimiento de la misma.
Los tipos de lámparas –al igual que los reflectores- no han dejado de evolucionar en busca de la mejor relación posible entre emisión de lúmenes (y espectros) útiles para las plantas y el watio consumido, a la vez que se busca reducir la pérdida de calor. Cada tipo de lámpara convierte los watios que consume en una determinada cantidad de calor y luz y ésta última puede ser más aprovechable o menos para las funciones vitales de las plantas dependiendo del espectro (gama de colores) que tenga dicha luz.
El espectro o color de la luz tiene que ver con la imitación que pretendemos hacer de la naturaleza, en primavera y principios de verano (cuando las plantas están en crecimiento) la luz natural es mucho más blanca y azul, colores fríos, mientras que en otoño (momento en que las plantas están floreciendo) el color de la luz es mucho más cálido, de tonos amarillo rojizos.
Estos colores anaranjados y el recorte de horas de luz es lo que concentra a la planta en llevar a término su floración aumentando en tamaño, resina y aroma. Ese es el motivo por el que utilizamos los espectros más fríos (blanco y azul) para estimular el crecimiento y los espectros más bien calientes (rojo-naranja) para obtener los mejores resultados en floración, siempre contando que tanto el uno el como el otro irán acompañados en menor medida por el resto de gamas, ya que un solo espectro nunca sería adecuado.
El espectro verde es el que las plantas menos detectan –por ser el mismo color que sus hojas y ser reflejado casi por completo- por lo que existen bombillas de luz verde destinadas a poder hacer pequeñas incursiones en el cuarto de cultivo mientras que las plantas están en foto periodo de oscuridad sin molestarlas demasiado, aún así no es aconsejable abusar de ellas.
Como la electricidad hoy en día no es barata y el crecimiento puede llevar un ritmo más relajado si se planea con antelación, lo más frecuente en los pequeños indoor para auto-consumo suele ser concentrar los esfuerzos y la especialización de las luminarias en la floración y no en el vegetativo.
Normalmente un cultivador que monte una pequeña área de crecimiento para mantener las madres y abastecerse de los esquejes necesarios para el área de floración empleará entre un tercio y la cuarta parte de watios que tenga dedicados a la producción de flor.
Para los que no tienen posibilidad (o ganas) de tener dos áreas diferenciadas la mejor opción suele ser una lámpara con espectro mixto (también llamado dual) y llevar a cabo todo el proceso bajo el mismo foco.